Mario Mechón
Desde pequeño, la hiperactividad, el déficit de atención y un toque de dislexia lo han acompañado como si fueran colegas inseparables. Pero lejos de ser un problema, los ha convertido en parte de su encanto y su forma única de ver el mundo. Siempre ha sido y sigue siendo feliz, porque la vida son dos días. Diferente por naturaleza, indiferente a lo que no suma, y con más energía que un niño después de tres chocolatinas. ¡Un alusudo!